En el 2017, llevamos a nuestros hijos (de 15 y 2 años), a Disney World para la semana de Acción de Gracias. Nos divertimos mucho! Sí, estaba concurrido, pero de forma muy buena. La gente feliz, los miembros del elenco, se llevaron los aplausos y la comida estaba más rica que de costumbre. No hubo estrés por esos días y no nos preocupamos por el drama familiar; bueno, eso hasta que llegamos a casa.
Según mis papás, nosotros egoístamente arruinamos Acción de Gracias. “Botamos” un día familiar, por nuestra obsesión con Disney. Umm, ok…
Vamos a regresar un poco el tiempo. A lo largo de los años, no tuvimos “Cena de Acción de Gracias” o un día familiar. Mi hermano y mi papá se iban de cacería todos los años. Cuando intentamos cenar, todo era muy apresurado y prácticamente nos estábamos saliendo antes de que la comida llegara a la mesa. Así que mi mamá dejó de hacerlo. Normalmente, íbamos a la casa de alguien más a la cena o recalentado, para después salir de compras el Viernes. En cuanto empecé a trabajar, dejamos de ir de compras los viernes.
Después, tanto mi hermano como yo, nos casamos respectivamente. La familia de su esposa, hacía todo un festival para Acción de Gracias que simplemente, no nos perdíamos. La familia de mi esposo, comía en la casa de sus abuelos. Mi mamá, era invitada a una u otra y siempre tenía recalentado de ambas. Cada uno tuvo niños y las cosas prácticamente siguieron iguales. Después mi hermano, se DIVORCIÓ y se volvió a casar, una tercer familia se unía a esta integración.
A mi nueva cuñada, le fascina cocinar y decidió que ella sería la anfitriona para la “Cena de Acción de Gracias” en su nueva casa, para que pudiera invitar a sus papás. Ahora teníamos que ir a dos cenas. Ya se, todos lidian con esto. Los muchachos, estaban un poco molestos, porque tenían que esperar hasta la noche o hasta el otro día, para ir de cacería. Al paso del tiempo, esto cambió. Después de que los abuelos de mi marido murieron, pasamos la “Cena de Acción de Gracias” a nuestra casa, para así poder invitar a todos, Fácil, no?
Gran error. Se convirtió en una pesadilla de logística. Mis papás no querían venir a nuestra cena, pero si no venían se sentían excluidos. Nadie decidía la hora, porque teníamos que contemplar los horarios de los 3 adolescentes. Mi cuñada y yo descubrimos que estábamos embarazadas en el 2014, entonces eran 2 pequeños, más los adolescentes (casi universitarios) y sus horarios. Para ser honesta, estaba siendo un mes muy estresante, para solo planear una cena de 2 horas.
En el 2016, mi hermano, mi cuñada y el más chico de mis sobrinos, fuimos a ver el desfile de “Macy´s”. Mi mamá habló por meses acerca de ellos, pero no fueron cosa del otro mundo. En la primavera del 2017, mi esposo decidió que deberíamos ir a Disney para “Acción de Gracias”, mi mamá perdió la cabeza, literal. Escuchamos la misma historia, semana a semana mientras se acercaban las fechas programadas. Se hace un tema de conversación cada año, cuando empezamos a planear la “pesadilla” (digo la cena).
La “pesadilla”, ha comenzado otra vez y todo lo que se me ocurre pensar es: “por qué no reservé otro año en Disney?” Teníamos un poco de miedo de que con la “Guerra de las Galaxias” todos iban a enloquecer, pero ya me imaginaba, poniendo oídos sordos a toda esa locura mientras degustaba los Dole Whips, el rostizado de 50’s Primetime y las Orejas de Mickey.
Cuando sus días festivos, se empiezan a desmoronar, hagan como yo: empiecen planeando su viaje a “casa”.